sábado, 19 de diciembre de 2009

¡VAMOS A BELÉN!

Fui a Belén a ver
al Niño Dios
que acaba de nacer.

Allí estaba llorando
y la Virgen y San José pensando,
que algo le dolía,
si la barriguita,
si las encías.

Entonces comprendí
que era,
por los que estábamos allí;
viéndonos por dentro,
como por un espejo.

Sabe cuales son buenos
y cuales malos,
y sabe nuestros pecados.
De ellos me arrepentí
y le vi sonreír.

Al contemplar su hermosura
le amé con ternura.
Igual hicieron los pastores
y fue el dueño
de nuestros corazones.

Por éso os pido
le adoréis conmigo.
No le llevemos más regalo
que nuestro corazón
limpio y sano.
Es lo que más aprecia
de todas las riquezas

Le ayudamos de esta manera
a cumplir su misión
aquí en la tierra,
librarnos del mal
del pecado original.

Así que ¡hale!
vamos a Belén a verle
a ponerlo alegre.



Recuerdo que el día de Reyes, en el salón de actos de la iglesia parroquial, se hacía representaciones Navideñas y, con este motivo, nuestro padre nos componía unas poesías para los tres hermanos de entonces, que salíamos a recitar todos nerviosos, y comiéndonos ulgún que otro verso. Pues bien, la que antecede y la siguiente, aunque no se pueden comparar en calidad con las de mi padre, son un recordatorio a esas entrañables fechas.

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